lunes, 12 de mayo de 2008

El Trágala


Penal de Ocaña.1944La tía Julia,mi tía favorita, ¿Qué digo?:Mi única tía y,la hermana pequeña de mi abuelo,ofrecía una promesa al dios que nunca se acordó de ella.En esa nebulosa absurda que sólo son capaces de calibrar quienes,en su delirio,llegan a sostener un único y desesperado intento.

Una vez,cada dos semanas,se acercaba a rastras hasta el penal de Toledo para visitar a su amor.Dos años consecutivos permanecería haciendo el camino,a pie,desde el centro de Madrid hasta la puerta de la prisión.Contraería esa deuda bajo un altar que,hasta la llegada de esa penosa circunstancia,no habría pisado ni en sus peores sueños.LLegado ese punto de contradicción para todo el que la conociera y,habiéndolo perdido todo ya,se sentía impulsada a luchar una vez más a contracorriente,en lo que había venido siendo para Julia un hábito de conducta.

A pesar de sus múltiples huídas,Pepe había sido apresado,por fin.Desde que terminara la guerra se había hecho fuerte en la sierra,en compañia de otros compañeros maquis.Considerado como elemento peligroso para el régimen y,puesto a la sombra en otras ocasiones;hasta ese momento había conseguido zafarse,pero es bien sabido que la suerte no es una facultad que se pueda cosechar.El traspié de un compañero acabaría por facilitar el paradero de su escondite.Desde entonces,la familia de Pepe,se olvidaría para siempre de él.Solamente podía contar con Julia y con el bebé que ambos habían engendrado.

Permaneció en Ocaña soportando todo tipo de torturas,a propósito de las cuales era instado a delatar a otros camaradas,entre los que se encontraba mi tía,conocida y fichada como "La Rubia",hasta que un nefasto día los soldados franquistas recibieran la esperada orden de darle matarile.

Esa mañana,después de haber caminado durante dos días,con el niño en brazos,Julia llegaba al penal.Apenas entraba,una monja salía a su encuentro.Sin mediar palabra,a golpe de gesto,le indicó que entrara en una habitación donde antes nunca fuera conducida.Mi tía intentó pedir ayuda.LLegaba desfallecida.El pequeño se había hecho sus necesidades encima,y no encontraba lugar donde poder asearle.Algún tiempo después,que a Julia se le hizo interminable,hacía su aparición la mal llamada religiosa,quien la condujo hasta un pequeño patio.Le señaló una pila de agua helada.Ella misma tuvo que romper,con sus puños el hielo,para poder lavar al niño,sin jabón,y cubrirlo después con la blusa que llevaba puesta debajo de la chaqueta.Fue entonces cuando la monja le dijo que Pepe acababa de morir.

Mientras "La Rubia" estuvo viva pude ver en el austero saloncito de su casa un enorme boceto,hecho a carboncillo,fiel reproducción del único retrato que conservaba de su hombre.A pesar de poseer una gran belleza y,de ser requerida durante años por otros varones,nunca llegaría a casarse.Era de ese tipo de mujer que,habiéndolas pasado más putas que nadie,jamás oí quejarse.Recuerdo su existencia como la de un ser prácticamente recluído,pero tremendamente dulce.Sin duda,sus ojos grises guardaban recuerdos y secretos que jamás reveló a nadie,excepto a mi padre.

Ahora,en la tarde,sentada frente al televisor,valoro y sopeso el argumento de la serie de televisión -"Amar en tiempos revueltos"- y,no puedo evitarme pensar que sus guionistas tal vez tuvieran también algo que ver con el entramado en que se desarrollaba la Heidi de mis días infantiles.A tenor de la necesidad y las vejaciones que tantos hubieron de sufrir,en aquellas décadas,resulta cuanto menos chocante el hecho de que los diálogos de ciertos personajes tengan su entrada entre generosos trozos de queso pasiego,de ése del buen yantar,de vino clarete e incluso de anís de marca,disponible,en el relato,en casa de un obrero de los de antes;todo ello servido de la mano de ajuares imposibles para las clases desfavorecidas que la filmación pretende reflejar.La trama en sepia pinta a curas recubiertos de cierta humanidad en una España de vencedores.La realidad fue mucho más sangrante que todo eso.Imposible de evaluar el lastre que supuso entonces y,aún ahora,la odiosa circunstancia de pertenecer al bando equivocado.¿Dónde están las casas de empeño hasta donde se hacía llegar el único juego de sábanas,y dónde los pájaros de cuenta,regentes de las tiendas de ultramarinos,en que se vendía fiado hasta un decilitro de aceite?.

A la capital no podía salirle gratis el hecho de haber sido el último punto de resistencia al alzamiento militar.La postguerra en Madrid fue,si cabe,mucho más dura y demoledora que la propia guerra civil.Las secuelas:incontables,para aquel que quiera tomarse la molestia de detenerse a mirarlas.Al fin y, al cabo, no es más que la eterna historia,contada siempre por los vencedores.Ni siquera la llamada ley para la memoria histórica podrá alcanzar a compensar las consecuencias de tanto y,tan sostenido desatino.

La familia Franco continúa manteniendo su imperio y viviendo tranquila desde esa deleznable chapuza de la transición,a la que debemos las prebendas de consideración política y fiscal,a la sazón facilitadas a los herederos de tantos asesinos.Los ministros del régimen han ido muriendo en sus camas,de viejos,para verguenza colectiva.La iglesia continuará de la mano del poder y de la monarquía impuesta,mientras el personal anda ahora ocupado en el tema de la compra de votos del eurovisivo 68.Y,el paisaje se presenta sin visos de cambio porque esto promete ser el Trágala in eternum.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Lástima de ocasión perdida. A lo maquis los dejaron más tirados que a una colilla. Los franceses, los ingleses, e incluso los americanos se acojonaron y no quisieron pringarse y acabar con el régimen fascista.

Preciosa historia.

Un abrazo. Salud

Anónimo dijo...

Salud, amiga, ya de nuevo en este mundo de bitácoras tras el fallecimiento de mi padre, acaecido el mes pasado. Episodios familiares como el tuyo, ¡cuánta evocación despiertan en mí! ¡Cuánto podríamos decir (y cuánto no podremos, por ser inenarrable) de la cruel posguerra en Madrid para los vencidos! Gracias por recordarlo, amiga.
¡Salud!

Puntos de vista y ... nada más dijo...

Muy interesante y muy bien contado

La Escapista dijo...

Un gran artículo. Una triste historia. También en mi familia hay historias de ese tipo... En fin, opino como tú en relación a lo edulcorada que resulta la serie en cuestión. No la sigo pero lo poco que he podido ver, no me convence. También hay que entender que es una serie de sobremesa, una alternativa al culebrón de toda la vida... tampoco hay que pedirle mucho más.

Saludos!

Eva dijo...
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Carlota Garcinúñez dijo...
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